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Monodiálogos Frente Al Espejo

Monodiálogos Frente Al Espejo
«Actualmente, y con demasiada frecuencia, la represión o la domesticación de los sentimientos; la superficial perceptividad frente a lo que acontece a nuestro alrededor; y la desmedida racionalidad que amordaza sensibilidades; nos deja el corazón como sin latidos...; frío...; informado ¡sí!, pero demasiado insensible; demasiado acomodado e indiferente... Son tiempos en los que se produce lo que yo llamaría una "percepción estereotipada" que no nos cuestiona en profundidad y que no moviliza activamente lo más profundo de nuestra identidad, o sea, "nuestro yo más hondo".
Pues bien, en estos "Monodiálogos frente al espejo" publicados por la Editorial Nazarí, Antonio Fernández Ferrer nos viene a demostrar que SÍ, que no hay racionalismo posible que pueda amordazar un corazón sensible como es el suyo; corazón cálido y "latiente" que –de dentro a afuera, buscando y zahondándose en sus propios latidos– genera un pensamiento crítico y una palabra libre y liberadora.
Antonio, en su nuevo libro se "encuentra" con la "REALIDAD", o mejor, con las realidades "de un tiempo concreto" –nuestro tiempo actual–. Con las realidades más complejas y con las más cotidianas, y frente a ellas –con serenidad– opta por huir de los estereotipos y la superficialidad, y decide someter a esas realidades tangibles a un proceso de diálogo o cuestionamiento consigo mismo –con su interioridad–. Diálogo y cuestionamiento del "ser dos en uno"; o sea, del "yo que percibe" visual o auditivamente, con el "yo que siente y piensa" en libertad. Diálogo que, cuando se produce, genera, como resultado, todo un estallido de fogonazos de luz, de esperanza y de inteligencia... "Monodiálogos frente al espejo" los llama Antonio Fernández Ferrer.
En este libro, sencilla y preciosamente escrito, su autor nos muestra un conjunto de 34 "encuentros" "reencuentros" y desencuentros" relacionados. todos ellos, con la cotidianidad; con los asuntos sociales, políticos y culturales que estamos viviendo a diario –o sea, con la vida misma– y nos los muestra "con calor", "con alma", con "apasionamiento" –y aquí me engancha, ¡vaya si me engancha!–.
Dice Carlos de la Fe en el prólogo: «Cóctel de neuronas y vísceras, de pensamientos y corazonadas, de reflexiones y sensaciones.». Yo, por mi parte, añado y repito: fogonazo de estremecimientos, indignaciones, ternuras, solidaridades, dudas, decepciones, anhelos, impotencias, denuncias, desgarros, esperanzas, deseo, sueños... Y todo ello hermosamente contagiable gracias a la magia del "contar y escribir" con sinceridad, "a corazón abierto", sin retóricas, con libertad. (Nada que ver con la soporífica, prepotente, partidista y peleona verborrea a la que nos tienen tan acostumbrados los tertulianos, sean del signo que sean, en las aburridísimas televisiones o radios, que, por cierto, les resultan tan rentables).» (Fernando González Lucini en el Blog: "Cantemos como quien respira" - 22 de marzo de 2016).